
Andre Agassi consumió en 1997 metanfetamina, una droga recreacional que puede aumentar la agresividad, dio positivo en un control antidopaje y convenció a la ATP, el organismo que rige el tenis masculino, de que dejara correr el asunto sin sancionarle. Ése es el gancho con el que el ex
número uno, ganador de ocho
grandes, quiso publicitar ayer su biografía
Open. La maniobra de mercadotecnia, sin embargo, arroja luz sobre varios aspectos inquietantes de su vida y su carrera tenistica: Agassi perdió aquel año su puesto entre los 100 mejores del mundo, llegó a ser el 141, no jugó más de 40 partidos, bajó al nivel de torneos
challengers y volvió más fuerte que nunca para ganar cinco de sus ocho torneos del
Grand Slam. Entonces se convirtió en un ejemplo de longevidad competitiva para todos los tenistas veteranos. La ITF declaró: "Estamos
sorprendidos y decepcionados por las palabras de Agassi. Sus afirmaciones confirman que es necesario un programa antidoping muy duro".